Osvaldo Dallera

lunes, junio 12, 2006

Instituciones educativas y transmisión de saberes

A lo largo de la historia, fueron diversas las instituciones que asumieron la tarea de poner en práctica las estrategias consideradas más convenientes para resolver el conflicto que plantea el triángulo epistémico. En general fueron las instituciones educativas las que históricamente se ocuparon de que la gente se hiciera cargo de los saberes y valores de la época. Una institución educativa es una estructura que tiene como finalidad preservar y transmitir a las nuevas generaciones las creencias, procedimientos y valores considerados socialmente eficaces y utilizados en un determinado momento para que los jóvenes puedan comenzar a pertenecer y a ser aceptados dentro de la sociedad.
Con una intención deliberadamente simplificadora, podríamos decir que, en términos de la relación que se establece entre esas instituciones y la transmisión de los saberes válidos de la época, reconocemos cinco períodos:
1. El período de la institución poética lo ubicamos en la Grecia de los siglos XI y VIII AC que va de Homero a Hesíodo. Es el período en el que, según la opinión de Jaeger[1], la poesía ejerció la acción educativa poniendo vigor en las fuerzas estéticas y éticas de los hombres de la época. La poesía adquiría la dimensión de institución al echar raíces en lo más profundo del ser humano, alimentando un ethos, un deseo de superación espiritual capaz de convertir al heroísmo, la armonía y la belleza en valores que era un deber o una obligación conquistar y poseer.
2. El período de las instituciones filosóficas es el que está comprendido entre el siglo V AC y la caída del Imperio Romano, en el siglo V . Allí vemos que "lo que hay que saber" transita por las plazas en las que camina Sócrates, por la Academia de Platón o por las discusiones que mantienen los peripatéticos en el Liceo de Aristóteles. Más tarde, el Jardín de Epicuro o el pórtico de los estoicos son también los lugares en los que el saber y la ética tienen sus asentamientos. El sentido de la areté griega adquiere una dimensión moral que se reconoce en la búsqueda de armonía entre razón y hábito. En este sentido se institucionaliza la paideia y se transforma en un camino que va del puro conocimiento de la norma a la visión de lo que es y cómo debe ser tratada la formación del espíritu humano.
3. El período de las instituciones monacales es el que transcurre durante toda la edad media. En efecto, si alguien quería estar en el lugar donde se producía la cultura "culta" (la otra idea de cultura es un hallazgo antropológico relativamente reciente), entonces tenía que hacerse monje y entrar al convento. Se sabe, la Iglesia, durante todo el período, fue la institución encargada de determinar epistémica, éticamente y estéticamente hablando, qué era lo que había que saber, qué era lo que había que opinar y qué era lo que estaba bien y lo que estaba mal:

Hay que recordar ante todo que, a lo largo de casi toda la Edad Media occidental, la instrucción es privilegio de los clérigos...durante mucho tiempo el latín es, en la Edad Media, el vehículo esencial de la cultura.[2]
...en la Edad Media, para la mayoría de las gentes, incluso laicos, la expresión del pensamiento o del sentimiento estaba informada por la religión y ordenada a fines religiosos.[3]

La oposición a esa perspectiva religiosamente reduccionista de acceso a los saberes y valores de la época, encontró resistencia entre quienes tenían mayores aspiraciones intelectuales que la gente simple sujeta a las labores de la tierra impuestas por los señores y a los dictámenes eclesiales urdidos por el clero. En la antesala del ascenso de la universidad al lugar de institución generadora y transmisora del saber reconocido, se hizo oír la voz de protesta a la situación imperante hasta el momento, de grupos rebeldes.
A partir de la baja edad media las estrategias de acción sobre el conocimiento se trasladaron del monasterio a las universidades. Tal vez ese traspaso, como apunta Le Goff, es el que da origen a la aparición de las escuelas urbanas en el siglo XII y la aceptación de que los enseñantes puedan recibir lícitamente una paga por su trabajo.
4. Transformada en laica la cultura, la escuela ocupa el lugar hegemónico a la hora de seleccionar contenidos y valores, para diseminar entre los sujetos sociales. Esto sucede principalmente a partir de fines del siglo XVII, se consolida durante el siglo XIX, y alcanza su punto más alto ya bien entrado el siglo XX. Llamamos a ese período, el período de las instituciones escolares. Apunta Julia Varela:

La escuela primaria, en tanto que forma de socialización privilegiada y lugar de paso obligatorio para los niños de las clases populares, es una institución reciente cuyas bases administrativas y legislativas cuentan con poco más de un siglo de existencia.[4]

5. A partir del primer cuarto del siglo XX la situación se empieza a modificar, cada vez, a un ritmo más vertiginoso. El saber epistémico se mantiene, en un principio, dentro de los claustros; la doxa no ocupa en ese momento un lugar relevante, y la ética (guerras mediantes) comienza a ser motivo de discusión en todos lados. Un poco más tarde, cuando los medios toman el centro de la escena y la época se convierte en la época de las instituciones mediáticas (mitad del siglo), los valores empiezan a impartirse desde el lugar del Star sistem; la doxa comienza a tomar más vuelo y la relatividad o, mejor, la relativización de criterios en los dominios del saber, de la ética y de la estética termina por desplazar a aquéllos del lugar privilegiado que ocupaban en el imaginario social para ceder su puesto a la majestad de la hora: la opinión. A partir de ese momento, ya no importa qué es lo que hay que saber, cómo hay que actuar o cómo mantener el buen gusto; importa más saber acerca de qué hay que opinar en cualquier terreno (lo que comporta, de hecho, una exaltación del subjetivismo). Y es desde el lugar de los medios y con el ropaje de la opinión que hoy se establece el nexo y la articulación entre el tejido social y el sentido.
Hoy sabemos que es posible focalizar el desarrollo de la tarea educativa bajo la doble problematización pedagógica y comunicacional. El apogeo de los MMC en las décadas del 50 y 60 coincidió con la mirada crítica que para ese entonces comenzaba a utilizarse para analizar las instituciones escolares. Sólo hizo falta que se pusieran en relación los dos fenómenos para dar lugar una lectura didáctica de la tarea comunicativa.
Creo que el discurso histórico es bastante elocuente al respecto: no son las estrategias de grupos o corporaciones menores las que logran instituir dentro de los usos sociales sus propias prácticas; más bien son las instituciones ya consolidadas las que a esas prácticas les incorporan el rasgo de estrategia con toda la racionalidad que esa inclusión supone. En cada período las instituciones hegemónicas han sabido definir los límites y los alcances de las prácticas más o menos estables que posteriormente debían ser incorporadas por exitosas, al bagaje de recursos válidos para la propia perpetuación de la institución. En nuestro tiempo la institución hegemónica en la transmisión de valores y en la circulación de opiniones generalmente admitidas es la institución mediática. Esa hegemonía es la que le permite introducir sus formas de expresión en la escuela y hacer de la retórica, la nueva didáctica escolar. Sólo así se puede explicar la confusión reinante dentro del panorama pedagógico actual, en el que vemos a las escuelas asumir prácticas mediáticas. Lo que todavía no queda claro es dentro de qué género se implementan esas prácticas: el drama, el sainete o la parodia.
[1]. Cfr. Jaeger, Werner: Paideia: los ideales de la cultura griega. Ed.Fondo de cultura Económica, México, quinta reimpresión, 1980, página 49.
[2]. 1. Le Goff, Jacques: Tiempo, trabajo y cultura en el occidente medieval. Ed. Taurus, página 155.
[3]. Le Goff, Jacques: Tiempo, trabajo y cultura en el occidente medieval. Ed. Taurus, página 156
[4]. Varela, Julia: La maquinaria escolar, en Varela, Julia y Alvarez Uría, Fernando: Arqueología de la escuela. Ed. La piqueta, Madrid, 1991.

3 comentarios:

P.Roffé - P.Lorenzen dijo...

Felicitaciones!
Muy buena idea la de publicar tu blog!
Saludos
Patricia Lorenzen

Prof. Gonzalo Zabala dijo...

Según la definición, a mi entender no es más que una parodia... Una obra satírica, imitación de lo que en algún momento se consideró como una buena educación, pero embebida de rasgos mediáticos como la opinión, la "democratización" de los roles, etc.
Tal vez algunos weblogs como éste se conviertan en refugio de algunos haceres y pareceres que van quedando obsoletos y que hemos amado tanto...

Saludos

KIKA dijo...

Tengo que decir que me gusto mucho tu blog. Entre porque me interesa la cuestiòn de la transmisiòn en la relaciòn que existe entre saberes formales y no formales y de verdad me das una elaboraciòn sintètica de algunos elemntos que me intersa profundizar.
Espero poder encontrar cosas nuevas en este espacio. Gracias