Osvaldo Dallera

jueves, julio 07, 2016

Evolución y formas del Estado Moderno explicado para Facebook

La política moderna nace en Europa con el surgimiento del Estado en el siglo XVI en el contexto de las divisiones políticas y los conflictos religiosos que siguieron al derrumbe del mundo medieval, y las nuevas controversias en torno a la naturaleza de la autoridad política (Held, D.: 1997, 53). La aparición del Estado logró imponer un orden legal que hizo aceptable la relación de subordinación de los gobernados hacia los gobernantes. Norberto Bobbio define el Estado como “un ordenamiento jurídico para los fines generales que ejerce el poder soberano en un territorio determinado, al que están subordinados necesariamente los sujetos que pertenecen a él” (Bobbio, N.: 1996, 128). De acuerdo con esta definición, la noción de Estado supone la integración de tres grandes componentes: el pueblo, el territorio y, para decirlo en términos de Max Weber, el monopolio de la violencia legítima, es decir el uso de la fuerza pública. Este último componente es el que oficia como factor insustituible para la configuración del Estado. Lo paradójico de la fuerza pública del Estado consiste en que su razón de ser es evitar otro tipo de violencia: la violencia ilegítima, es decir esa violencia que se ejerce sin la aceptación ni el consenso necesario de parte de quienes están dispuestos y expuestos a padecerla.
Desde sus orígenes la función política del Estado fue tomar decisiones colectivamente vinculantes. Para consolidarse como autoridad política y estar en condiciones de cumplir con su función el Estado necesita ejercer el poder. En sentido amplio, se define el poder como la capacidad de influir en los otros de manera tal que lleven a cabo acciones que de otro modo no harían.  En sentido restringido, el poder político se caracteriza por hacer que esa capacidad de influencia sea negativa. Esto significa que el poder político funciona como amenaza, es decir, como un “mecanismo de anticipación” que está ahí y que se exhibe, pero para no ejercerlo positivamente. Por eso, el ejercicio del poder político para usar la violencia legítima es sólo una forma de influencia de última instancia.
La forma política Estado, entre el siglo XVI y mediados del siglo XX, evoluciona en la dirección que le imponen los problemas surgidos de la relación que mantiene con otros sistemas de la sociedad pero, principalmente, con el sistema económico y con el sistema jurídico. Distintos autores ofrecen clasificaciones y tipologías diversas para describir esa evolución pero, simplificando un poco las cosas, se pueden distinguir cinco grandes formas de Estado dentro de ese largo período de la política moderna:
* El Estado absoluto. Entre el siglo XVI y fines del siglo XVIII toma forma el Estado absoluto que presenta dos características distintivas en la concepción del poder. La primera de esas características es la concentración. En este aspecto el poder recae únicamente en la figura del Rey o monarca que ejerce la soberanía dictando leyes colectivamente vinculantes, usando de manera exclusiva la fuerza tanto en el ámbito interior como en los conflictos con otros Estados, e imponiendo tributos. La otra característica de esta concepción del poder es la centralización que supone la capacidad del Estado de subordinar a cualquier otro ordenamiento jurídico (comercial, corporativo o particular) a su poder soberano y a legitimarlos sólo si son reconocidos por él (Bobbio, N., 160-161). Con estas dos características esta forma de estado resolvió un problema de dispersión territorial y del poder.
* El estado liberal-representativo. Desde fines del siglo XVIII las revoluciones liberales aportaron un nuevo diseño de Estado mínimamente implicado en la regulación de la actividad social, respetuoso del libre comercio, y garante de ciertos derechos individuales, es decir, derechos que, a partir de entonces, están protegidos por la ley. Para fines del siglo XIX el desarrollo del Estado representativo coincide con las fases sucesivas de la ampliación de los derechos políticos hasta el reconocimiento del sufragio universal masculino y femenino. Esto exige la formación de partidos organizados y modifica profundamente la estructura del Estado representativo. Esta alteración en la forma de representación llevó a la transformación política del Estado representativo en Estado de partidos en el que los sujetos políticos relevantes ya no son los individuos sino los grupos organizados alrededor de intereses generales o, más específicamente, de intereses de clase. La regla de la mayoría orienta a los órganos que tienen a su cargo tomar las decisiones colectivamente vinculantes, pero con el tiempo esa orientación termina por tener un valor formal de ratificación de decisiones tomadas en otro lugar mediante procedimientos de acuerdos y consensos de los grupos “representativos” (Bobbio, N.: 1996, 163-164). El estado liberal-representativo resuelve un problema de representatividad y de inclusión social.
* El Estado de bienestar. Se consolida hacia mediados del siglo XX y comienza a mostrar signos de agotamiento a principios de la década del setenta. El Estado de bienestar se caracteriza por exhibir un “desbordamiento” de sus funciones al intentar resolver desde la política problemas propios de otros subsistemas (sobre todo del subsistema económico y del sistema de seguridad social) sin contar con los recursos ni con las posibilidades de llevar adelante esa tarea. Eso hace que el Estado de bienestar adquiera un funcionamiento expansivo incrementando sus intervenciones sobre otros ámbitos de la sociedad y, de ese modo, expandiendo también la cantidad y la magnitud de los problemas. Sobre el final del siglo veinte esta dinámica es la que lleva al Estado de bienestar a una situación de crisis que se prolonga hasta nuestros días. Esta forma de Estado intenta resolver un problema de distribución.
* El Estado neoliberal. Sobre finales del siglo XX y principios de este siglo, como respuesta a ese estado de crisis, se impuso la fórmula del Estado neoliberal que retoma la senda del Estado mínimo pensado por los teóricos del liberalismo político de los siglos XVII y XVIII, pero con un mayor énfasis en la desregulación de la actividad económica en general, de los mercados financieros en particular, y en la prescindencia de cualquier intervencionismo (propio del Estado de bienestar) sobre todo, en materia de asistencia social y preservación de derechos individuales y colectivos. En este caso se trata de un problema de regulación según la óptica de quienes fomentan este nuevo formato de Estado.
* El Estado privatizado. Según  Béatrice Hibou en nuestra época "la función económica de los Estados -nación es ya obsoleta o cuanto menos muy marginal" (Hibou, B.  2013, 15). Sin embargo, lo que caracteriza a esta noción no es la primacía de lo privado sobre lo público, ni tampoco la retirada del Estado. Más bien lo que ocupa el centro de este formato es la presencia casi insustituible de la negociación como categoría permanente entre el lo público y lo privado y la delegación de funciones que otorga a los privados una nueva reconfiguración de las condiciones de poder (ejemplos concretos son la delegación de funciones de seguridad y el asenso de los prestanombres y los intermediarios dentro de esta nueva lógica. de empoderamiento). En esa atmósfera la relaciones de poder adquieren un nuevo significado: "… los contratos o acuerdos, formales o informales, entre el Estado y los actores privados no están hechos para durar; son, por el contrario, voluntariamente inestables, casi volátiles, secretos, y tienen que renegociarse constantemente". (Béatrice Hibou: 2013, 37). En pocas palabras, lo que define esta nueva forma de Estado es la relación entre lo público y lo privado, el carácter siempre tenso de esa relación que exige un ir y venir constante entre conflicto y negociación y, por último, el control indirecto por parte del gobierno de ese estado de situación permanente. Para Hibou “la privatización de los Estados”.... traduce los procesos concomitantes de ampliar la participación de intermediarios privados a un número creciente de funciones que antes correspondían por derecho al Estado, y de una nueva distribución de este último… En este contexto, las puertas están abiertas y la mesa está servida para el negocio del crimen organizado en la política y la economía.

Bibliografía citada

Bobbio, Norberto (1996): Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política. México, Fondo de Cultura Económica.
Held, David (1997): La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cosmopolita. España, Editorial Paidós.
Hibou, Béatrice (2013): De la privatización de las economías a la privatización de los Estados. Análisis de la formación continua del Estado. México, Fondo de Cultura Económica.



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