He visto que la publicidad deChevrolet generó en fb un debate en torno a la palabra meritocracia, y su (o sus) significados.
Meritocracia: "La
palabra meritocracia es un neologismo acuñado a mediados del s. XX. Se trata de
un compuesto híbrido grecolatino. Su primer elemento deriva del latín merĭtum
(valor, mérito,
salario que se gana, ganancia o servicio) o de merĭtus
(el que
se ha ganado algo, merecedor) participio del verbo mereri
(ganarse
algo, merecer), vinculado a una raíz indoeuropea *(s)mer2 (compartir, ganar una parte). El segundo elemento cracia, muy
empleado en términos políticos para expresar quién tiene el poder en un
determinado sistema (democracia, aristocracia, burocracia, gerontocracia,
etc.), deriva del griego κράτος (poder, fuerza), con un sufijo ia de cualidad.
Este vocablo griego se asocia a una raíz indoeuropea *kar (duro, fuerte).
La meritocracia sería un
sistema social o político, de organización de la sociedad, basado en el mérito,
en que los puestos, jerarquías y funciones, sean candidaturas políticas o sean
puestos laborales, se obtienen atendiendo exclusivamente a la evaluación del mérito
y la capacidad personal de los individuos para ellos".
Fuente:
http://etimologias.dechile.net/
Robert Nozick dice que "… lo que los filósofos realmente aman
es razonar. Formulan teorías y arman razones para defenderlas, consideran
objeciones y tratan de darles respuesta, construyen argumentos contra otras
concepciones" (Nozick, Robert La naturaleza de la racionalidad", Barcelona,
Ed. Paidós, 1995, pág. 13). Es cierto fb, no ha sido diseñado o pensado
precisamente para eso, pero gracias al esfuerzo que hacen algunos de sus
usuarios a veces se producen espacios que dan lugar a ejercitarse en esas
lides.
De vuelta a lo que es
materia de discusión en esta oportunidad, yo quisiera introducir en la
controversia algunos matices. En primer término, lo de Chevrolet es una
publicidad y todos sabemos que el objetivo de una publicidad es siempre llamar
la atención sobre el producto que ofrece, apelando a diferentes recursos y
herramientas, casi siempre, todos emparentados con la retórica. Por lo general,
uno de esos recursos es utilizar lo que está implícito o directamente explícito
en la atmósfera social y cultural de un determinado momento en un determinado
lugar. Yo recuerdo, por ejemplo, que a principios de los años 70 del siglo
pasado, cuando estaba de moda la revolución, yendo en el colectivo 84 vi una
publicidad gráfica de un jabón en polvo cuya cualidad era ser
"revolucionario". Más cerca en el tiempo, todos hemos sido testigos
del uso del fútbol en épocas de mundiales para publicitar lavarropas,
quitamanchas, sopas en sobre o lo que fuera. De modo que los expertos en publicidad de
Chevrolet, me parece, procuraron llamar la atención sobre el producto, apelando
a lo que en general, gracias a la difusión de los medios masivos, está latente
en nuestra atmósfera como algo positivo (yo creo que sería muy difícil hacer
una publicidad para cualquier producto que exhibiera entre sus virtudes el otro
gran motivo presente en todo momento y en cualquier lugar de este tiempo: la
corrupción. O, por lo menos yo no me imagino un anuncio que diga, por ejemplo,
"el mejor corrupto", o "la licuadora más corruptible de
todas"). Incluso para mostrar el contraspot, tenemos que hacer referencia
a Chevrolet. Objetivo logrado.
En segundo lugar, y más
relacionado con la semántica del término "meritocracia" (gobierno de
los que hacen o hicieron méritos), he visto en muchas intervenciones en el
debate que lo que impera es otro gran protagonista de la época: el enojo. Y,
ciertamente, ése es un catalizador de la retórica como pocos. En efecto, si
para argumentar para un lado yo uso la culpa cristiana (con perdón de Nietzsche)
de haber hecho algún mérito en mi vida, o la palabra "mierda", y para
el otro lado utilizo la palabra "vagos", no es que esté dejando de
argumentar, pero lo estaré haciendo con más pasión que razón lo que de ninguna
manera es ilícito pero tiende a apagar el fuego con nafta.
En tercer lugar, quiero
decir algo sobre el presunto referente del término en cuestión: el mérito y el supuesto
gobierno de los que hacen méritos. Yo creo, y perdonen la osadía, que el mérito
existe y que si no existiera habría que inventarlo. Por ejemplo, hay que elegir
para nuestro seleccionado nacional un delantero. ¿Y qué hacemos? Por ejemplo,
nos fijamos cuántos goles hizo en el club donde juega habitualmente y desde que
juega profesionalmente al fútbol, y entre los de esa categoría hay uno que hizo
en total quinientos goles en relativamente pocos años y no jugando
precisamente, en ligas menores. Comparado con otros delanteros ¿hizo méritos? Yo
creo que sí. ¿Lo convocamos , o no? ¿O lo vamos a comparar con un defensor para
jugar de delantero? Hay una vacante para un cargo de profesor titular en una
carrera de grado en cualquier universidad. Se pone en marcha un concurso de
antecedentes y oposición. ¿Quién debe ocupar la cátedra? Se me ocurre que el
que haya hecho méritos para eso ¿O no? Se debe nombrar un embajador en otro
país. ¿A quién mandamos? a uno de carrera diplomática o a otro que no sabe bien
de qué va el asunto, pero hizo méritos suficientes para ayudar a quien lo elige
para que esté en el lugar que ocupa. Méritos hizo, pero en este caso, que puede
ser paradigmático, y servir para ilustrar lo que sucede en otros campos (el del deporte, el académico, el escolar, el de la oficina, etc.), la
cosa se hace más compleja, porque el mérito ya no está relacionado con la
práctica específica (la del profesor, el cirujano, etc.) sino con prácticas
periféricas evaluadas según otros parámetros (lealtad, obsecuencia -no confundir-, afinidad ideológica, etc.), y entonces se asocia el mérito
con la recompensa.
Y con esto se enlaza el
otro gran problema de la época: el intento tan desesperado como
bienintencionado (aunque por lo menos algo equivocado) de intentar medir todo
con la vara de la moral. Será motivo de otra reflexión, pero baste con decir
que desde hace por lo menos tres siglos la moral ha dejado de ser el factor
integrador de la sociedad (y siempre que integró lo hizo al interior de estratos
homogéneos: los valores de la nobleza
para los nobles, los del vulgo, para el vulgo). La sociedad de clases
"tuvo el mérito" de romper con esa lógica, al precio de hacer de los
valores altos los valores de todos, con los resultados que están a la vista y
que nos devuelve al principio de la cuestión, que consiste en medir el mérito
de cualquiera dese el punto de vista del que fija los criterios. La moral ya no
integra ni reparte posiciones. Desde hace tiempo sabemos
que buenos medios y fines pueden arrojar resultados desastrosos, y malas
causas pueden deparar beneficios no calculados. Y también sabemos desde hace mucho que ser bueno (¿buenos para quién?) no es un indicador para acceder a cargos u ocupar lugares sociales o institucionales que se correspondan con los supuestos méritos poseídos. Sin embargo, la moral sigue
ostentando el dudoso privilegio de juzgarlo
todo, aún aquello que quedaría por afuera de sus atribuciones. Por eso para
poder jugar este juego, conviene hacerse periodista.
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