Osvaldo Dallera

miércoles, noviembre 13, 2013

Dilemas y problemas

Existe, entre las muchas formas correctas de razonamiento, una a la que no se le puede objetar nada desde el punto de vista estrictamente lógico. Esta forma de razonamiento, en tanto que válida o correcta recibe el nombre de dilema. Para poder seguir adelante con nuestro asunto es necesario que por lo menos expliquemos qué es el dilema, cómo está formado y de qué manera se lo utiliza dentro del discurso argumentativo.

            "De modo muy general se llama dilema a la oposición de dos tesis, de tal modo que si una de ellas es verdadera, la otra ha de ser considerada como falsa y viceversa."(Ferrater Mora, José, 1971; 456-457)

Lo que esta definición nos dice simplemente, es que en un mismo razonamiento se incluyen dos premisas que funcionan cada una como alternativa a la otra y se excluyen mutuamente. Al respecto podemos preguntarnos: ¿Cuál es el mecanismo de exclusión para quedarse con una o la otra? La respuesta excede las posibilidades de la lógica y exige el recurso a otros medios. El dilema nos deja estacionados en una conclusión cuyos términos aparecen enfrentados como contrarios; es decir, formulando un planteo de este tipo: o una cosa o la otra. Además, los valores con los cuales se dirime esa oposición de tesis, son la verdad y la falsedad. Esos son los valores que la lógica proposicional utiliza de modo excluyente para determinar la validez o invalide de un razonamiento. En otras palabras, la lógica no admite la inclusión de criterios tales como aceptabilidad, plausibilidad, pertinencia, compatibilidad, etc. que habíamos visto, eran utilizados para evaluar la atinencia de la aplicación de una analogía como recurso argumentativo dentro de un discurso. Pero, explica Perelman:
            
           "Mientras la contradicción entre dos proposiciones supone un formalismo o, al menos, un sistema de nociones unívocas, la incompatibilidad siempre es relativa a circunstancias contingentes, ya estén constituidas por leyes naturales, acontecimientos particulares o decisiones humanas."(Perelman, 1989; 308)
Desde este punto de vista, el dilema resulta paradójico: aplicando los recursos que posee la lógica simbólica para determinar la validez de un razonamiento, resulta que el dilema es formalmente correcto; sin embargo

            "la importancia de los dilemas es más bien retórica que lógica y se los utiliza como  instrumentos persuasivos" y su curiosidad radica en que "son razonamientos válidos que no pueden refutarse lógicamente sino retóricamente"(Colacilli de Muro, M.A. y J. C., 1980; 90). 
En términos de Vignaux:

            "Gracias a la posibilidad de una argumentación que provee razones, pero razones no restrictivas, es que es posible escapar al dilema..."(Vignaux, 1986; 35)

Veamos de qué manera se formalizan los dilemas dentro de la lógica formal. En general

            "...se trata de un condicional cuyo antecedente está compuesto de tres fórmulas unidas por conjunciones. Las dos primeras fórmulas del antecedente son a su vez condicionales y la tercera es una disyunción. En cuanto a la conclusión, puede ser una disyunción o la afirmación de una de las sentencias."(Ferrater Mora, José 1971; 457)

Vayamos por partes: 'se trata de un condicional'. Un condicional es una forma proposicional del tipo: 'si pasa esto, entonces, pasa esto otro'; es decir que un condicional lo que hace es relacionar dos términos, dos aspectos, dos hechos o dos situaciones de manera tal que el primero de esos dos términos funcione como antecedente o condición del segundo, que es si se cumple ese antecedente o esa condición, su consecuencia lógica.
Ahora bien: ese condicional que resulta ser el dilema, lo podemos llamar 'Gran Condicional', porque a su vez está compuesto por otras tres fórmulas, dos de las cuales son también condicionales y la tercera (tercera también en le orden que ocupa en el dilema), es un disyunción de la forma 'o esto o lo otro'. Por último la conclusión de ese 'Gran Condicional' es o bien otra disyunción, o bien la afirmación o negación de una de las sentencias que aparecían en los dos condicionales que funcionan como premisas. En síntesis, un dilema puede tener alguna de estas formas:



1
2
3
4
A ) B
A)B
A)B
A)B
C ) D
C)B
A)C
C) D
A v C
AvC
-Bv-C
-Bv-D
B v D
B
-A
-Av-C



Cada una de las letras mayúsculas (variables proposicionales), expresa a una de las proposiciones (partes del enunciado); el signo ')' indica la expresión 'si...entonces' o cualquiera similar, y el signo 'v' expresa la disyunción; es decir, la fórmula 'o...o'. El signo '-' indica la negación del término que precede.
Hasta aquí hemos expuesto algunas consideraciones lógicas sobre el dilema, aun cuando hemos dejado claro que esta construcción rehuye a ser tratada exclusivamente de esa forma. Y esto es así porque el dilema resulta ser en realidad un instrumento esencialmente persuasivo que tiende a producir inmovilidad en el destinatario, en base a la presentación concluyente no ya de alternativas múltiples, sino de restricciones de posibles, del mismo modo como se generan los verosímiles dentro de la cultura. Esta restricción de los posibles reales queda puesta de manifiesto en la aproximación al dilema que propone Perelman:
"El argumento de la división se encuentra en la base del dilema, forma de argumento en el cual se examinan dos hipótesis para concluir que, cualquiera que sea la elegida, se llega a una opinión, una conducta, de igual alcance, y esto por una de las razones siguientes: o bien conducen cada una a un mismo resultado, o bien llevan a dos resultados de valor idéntico (generalmente dos acontecimientos temidos), o bien acarrean en cada caso, una incompatibilidad con una regla a la cual se estaba ligado."(Perelman, 1989; 366)
Las formas lógicas 1 y 2 son modelos de dilema que conducen a un mismo resultado, mientras que las formas 3 y 4 son las que 'llevan a dos resultados de valor idéntico...'. Para que esto ocurra, los antecedentes de los dos condicionales operan argumentativamente como medios de prueba cuyo valor probatorio es equivalente, a los efectos de la inexorabilidad que presenta la conclusión: porque los antecedentes son los que son, las cosas serán necesariamente de este modo o de este otro. Veamos un ejemplo de argumento dilemático muy utilizado en los años noventa para fortalecer la perspectiva neoliberal y que clarifica lo que venimos exponiendo:

Si privatizamos, entonces nos integramos al modelo capitalista del occidente avanzado.      / A ) B /
Si dejamos todo en manos del Estado, seguiremos siendo ineficientes y atrasados.            / C ) D /
La opción es privatizar o dejar todo en manos del estado.                                                  / A v C /
Por lo tanto,
nos integramos al mundo capitalista del occidente avanzado o seguiremos siendo ineficientes y atrasados.                                                                                                                                                    /B v D/.

En este sentido y sobre ejemplos de este tipo, Perelman resulta elocuente:
"El segundo tipo de dilema tiende a limitar el debate a dos soluciones, ambas desagradables, pero entre las cuales parece inevitable la elección; el resto de la argumentación consistirá en la prueba de que la solución propuesta constituye el mal menor..."(Perelman, 1989; 368)
En resumidas cuentas, un dilema no es un problema. La distinción fundamental que los separa es su capacidad de albergar instancias distintas dentro de un mismo tema puesto a discusión. La característica capital del dilema es que se presenta con tesis cerradas y excluyentes. Esta condición hace que las instancias que se derivan de él sean además de las que hemos analizado, extremas y rígidas:
"la reducción de la situación a un esquema cuasi lógico, el cual excluye a la vez los matices y la influencia del cambio, permite cercar al adversario en la alternativa del dilema, del que sólo podrá salir valiéndose de un cambio de matices, que deberá justificar cada vez que lo intente." (Perelman, 1989; 369)
En realidad, la manera de escapar al dilema es hacer de la cuestión un problema. El problema es abierto, inclusivo y permeable. La aparición de un conflicto que en vez de dilematizarse tiende a problematizarse, admite en su seno diferentes, múltiples y heterogéneas argumentaciones; pero además, dentro de ellas, no se impone la rigurosidad de quedarse solamente con una, sino que permite rescatar aspectos convenientes de todas, o de las que son compatibles:
"Los problemas incluyen también cuestiones respecto de las cuales los razonamientos chocan, y la dificultad está entonces en si tal y cual cosa es así o no lo es, habiendo argumentos convincentes en favor de uno y otro  de los puntos de vista..."(Aristóteles, "Tópicos", 1977; 424-425)
En cambio:
"Para reducir una situación a un dilema, es preciso que las dos ramas se presenten como incompatibles, dado que se relacionan con una situación en la que el tiempo no hace mella, y que por eso mismo, excluye la posibilidad de un cambio." (Perelman, 1989; 369)
Por otra parte, un conflicto problematizado no se agota en las instancias conocidas. Es permeable a otras posibilidades diferentes, aún experimentables o bien hipotéticas. Contrariamente al dilema,
"...el problema consiste en tener que salir de la opinión inestable, en descubrir aserciones filosóficas ciertas y por lo tanto sustraídas del examen dialéctico." (Vignaux, G., 1970; 2)
Pero, quizá lo que haga más benévolo al problema es su carácter  evolutivo y no tajante. Siendo tan amplio, disminuye la posibilidad de precipitarse en una posición rígida y excesivamente lateral. Por el contrario, un problema es una instancia que tiene sentido y que además plantea perspectivas ciertas de solución, evitando cortes abruptos y salidas inamovibles:

"Los problemas no son, pues, verdaderas preguntas que se planteen y reciban con ello prefigurado el campo de su respuesta a partir de su propia génesis de sentido, sino que son alternativas de la opinión que uno no puede más que dejar estar, y que por eso sólo admiten un tratamiento dialéctico. Este sentido dialéctico de 'problema' tiene su lugar menos en la filosofía que en la retórica. Forma parte de su concepto el que no sea posible una decisión unívoca fundamental." (Gadamer, 1977; 455)