Osvaldo Dallera

miércoles, noviembre 19, 2008

De los bares de los 70 a los despachos oficiales de los 2000

Por fin la izquierda de café y los intelectuales progresistas encontraron su lugar en el mundo y su cuota de poder institucional. Ya no necesitan ni deben conformarse con transformar el mundo en sus devaneos nocturnos que supieron desplegar por los bares y cafés porteños (si estaban por la calle Corrientes, o alrededor de alguna facultad de ciencias sociales o de ciencias humanas, mejor).
Ahora, gracias a la mezcolanza opinante y a la confusión reinante en cuestiones de evaluar qué está bien y qué está mal o en materia de reconocer quién tiene autoridad y facultades para definir o determinar una política o una acción a seguir dentro del ámbito de alguna institución, los intelectuales de café pueden ejercer sus ideales humanitarios y sus desvelos por la igualdad y la defensa de los más desposeídos gracias a que les ha sido otorgada la posibilidad de denunciar las "crueldades", las "injusticias" y los "abusos de autoridad" que perpetran, por ejemplo, los responsables de las instituciones escolares. Y su abnegado amor por los débiles, pobres e indefensos lo pueden poner de manifiesto, ahora, desde algún despacho oficial encargado de velar por la imposición de la igualdad en cualquier ámbito o institución social. Como dice Bauman, "Los "derechos humanos" que, por una parte, son el resultado de que el estado haya abdicado de ciertas prerrogativas para legislar y de su pasada ambición de reglamentar de manera absoluta y escrupulosa la vida individual (el estado que se reconcilia con la permanencia de la diversidad dentro de su ámbito) son también un grito de guerra y una herramienta de chantaje en manos de quienes aspiran a ser "líderes comunitarios" y desean recoger los poderes desechados por el estado. De un lado, está la expresión de la individualización de la diferencia, de una nueva autonomía moral; de otro lado, intentos disfrazados aunque definidos por colectivizar nuevamente la diferencia y diseñar una nueva heteronomía, si bien a una escala diferente que antaño(1).
Ellos no siempre saben muy bien qué defienden ni a quién, ni por qué, pero por las dudas lo hacen. El mecanismo es más o menos simple: usted va al despacho de algún defensor y hace una consulta, por ejemplo, por discriminación de su hijo en un colegio privado, por parte de las autoridades, y ellos inmediatamente actúan, denuncian a la institución, le piden rendición de cuentas y solicitan que se anule la medida tomada por autoridades legítimamente constituidas, que de inmediato pasan a ser "autoritarias".
En realidad no es la primera "donación" que los poderosos les han entregado a los intelectuales progresistas para que las manejen. Los que conducen aquello que verdaderamente hay que administrar (por ejemplo, la economía), ya se dieron cuenta, hace mucho, que hay instituciones y ministerios que no hacen daño a sus intereses y cuyo manejo se puede delegar sin mayores consecuencias al progresismo vernáculo para que sigan "despuntando" el vicio de hablar y teorizar, pero ahora creyendo que sirven para algo. Pero la verdad es que en esta época ni esas instituciones (como las secretarías de cultura, los ministerios de educación, o las escuelas en su formato más conocido con los progresistas intelectuales adentro), sirven para gran cosa. En todo caso, son funcionales a la autopoiesis del sistema: ellos funcionan para que el sistema siga funcionando. Con la gran diferencia, respecto de décadas pasadas, que ahora cobran por eso y se los ve más contentos porque parece que son útiles, sin ser idiotas (lo digo por aquello que se decía antes de quienes asumían algún compromiso social y eran calificados por los conservadores como "idiotas útiles").
El mejor caso es la transferencia de los Ministerios de Educación a reputados intelectuales progresistas profesores y egresados de instituciones progresistas, y esto, hasta en los gobiernos de tinte más conservador. La razón es clara: allí se aglutina toda la posibilidad de hablar, pensar reformas, hablar, acuñar nuevos conceptos pedagógicos, hablar y seguir hablando, sin que se toquen grandes intereses. Pero ahora, con la sensación de que el progresismo también gobierna, aunque más no sea, dentro del ámbito educativo y de las nuevas oficinas destinadas a defender tanto lo que hay que defender verdaderamente, como lo que a veces resulta indefendible. Ellos se dirán: no es mucho, pero peor es nada.
Tal vez, hayan cambiado el cortadito por la ronda del mate cuando se reúnen (es lógico, el mate, da una imagen más nac & pop) y han tenido que dejar los cigarrillos negros, porque ya no se puede fumar ni en lugares públicos ni en las dependencias públicas. Pero las elucubraciones permanecen intactas, con el aditamento de que ahora parece que transforman, no el mundo (porque el cinismo también los abrazó a muchos de ellos), pero sí la sociedad o una parte de ella.
No está mal. Es una especie de premio consuelo a tanto "fervor desinteresado" que de paso es funcional a la política de disminución de desempleo. Es un premio consuelo porque nadie puede imaginar que alguna vez le van a dar el ministerio de economía, y es funcional a la política de disminución del desempleo, porque con los salarios que cobran se los mantiene ocupados, el empleo público sigue funcionando como una especie de subsidio (lo que está muy bien), ahora no sólo para aquellos con baja calificación sino también para aquellos para los que el establishment no sabía muy bien como tratarlos ni donde ponerlos y ahora les dio una oficina o unos despachos para mantenerlos ocupados mientras siguen creyendo que la sociedad se transforma (aunque sea un poquito) gracias a ellos, que "ya llegaron".
(1) Bauman, Zygmunt (2004): Ética posmoderna. Buenos Aires, Siglo veintiuno editores Argentina. Páginas 54-55

jueves, julio 17, 2008

Golpe de Estado posmoderno



“Un solo traidor puede con mil valientes”
Adagio a mi país. Alfredo Zitarrosa

Hasta hace aproximadamente treinta años, los sectores golpistas de la sociedad en Latinoamérica necesitaban como aliada fundamental a las Fuerzas Armadas del país. Esa alianza entre los sectores dominantes de la sociedad y las FFAA resultaba indispensable para que los golpes de Estado modernos tuvieran éxito. Lo podemos expresar de otro modo: los golpes de estado modernos tuvieron como principal protagonista a las fuerzas armadas, cuya misión, en esos casos, era instalar a los sectores dominantes de la sociedad (sobre todo los grupos económicos más poderosos) en el gobierno. Por supuesto, no era menor (como tampoco ahora) el apoyo que brindaron a esas experiencias, algunas franjas de la clase media.
El desprestigio social en el que cayeron las instituciones militares en los últimos años, sumado a la ola de democratismo que invadió la región latinoamericana, más, en el caso de nuestro país, de la aprobación de la ley de defensa de la democracia, hizo que la modalidad moderna de los golpes de estado, se hiciera prácticamente inviable.


El problema del gobierno, cuando habla de golpismo o de golpe de estado, es que hace un uso de la expresión cuyo significado refiere a los “golpes de estado modernos”, cuando en realidad lo que hay que usar, para esta ocasión, son otras categorías de análisis que nos permitan pensar las acciones en términos de un “golpe de estado posmoderno”.
Pero pensar de otro modo no significa que hayan desaparecido los grupos de poder económico concentrados y, mucho menos, que hayan disminuido sus apetencias de apropiarse de la conducción política (pero sobre todo económica) del país. El problema, para esos grupos, es que los mecanismos de la democracia formal siempre le han sido esquivos para instalarse cómodamente en el gobierno, y sin mayores cuestionamientos. Eso es lo que hace que, también para ellos, la palabra “democracia” haya comenzado a formar parte del discurso golpista posmoderno. El “argumento del yudo”, que le dicen: usar la fuerza y recursos del rival en beneficio de los propios intereses y objetivos. Más aún cuando tanto el concepto “democracia” como la forma y el contenido de su implementación están visiblemente devaluados.
El conflicto por el que está atravesando el gobierno argentino en su relación con el heterogéneo grupo que genéricamente se ha dado en llamar “el campo” dio lugar a numerosas lecturas e interpretaciones de la génesis, composición y desarrollo de la controversia. Una lectura más, tal vez, no le haga daño a nadie y, a lo mejor, agrega algo de novedad al asunto.
La propuesta consiste en analizar el conflicto a la luz de la teoría del análisis de redes sociales (ARS). Para eso, la plataforma de base de esta nota es un artículo disponible en Internet, basado en un curso dictado por David de Ugarte en España, en 2005. Dentro de ese artículo, resultan especialmente significativos los apartados cuyos subtítulos son “golpismo de red” y “estrategias de desestabilización política”. Nadie puede sospechar que de Ugarte es kirchnerista, o que está en contra del campo. Las razones son obvias: el artículo es del año 2005 y de Ugarte es español. Una aclaración: la mayor parte de los textos que están en cursiva corresponden al artículo “analizando redes sociales”.
Para la sociología estructural las sociedades son redes de relaciones sociales y ese es su objeto de estudio. Según Hanneman (2000) “una red social es un conjunto de actores (o puntos, nodos o agentes) entre los que existen vínculos (o relaciones)”. Un nodo, un actor, dentro de este marco teórico, puede ser un individuo, un grupo, una corporación, una organización, un partido político o un medio masivo de comunicación. Los nodos en una red se caracterizan por su estrategia de propagación. Esta podría definirse como su disposición, en función de las estrategias de los nodos con los que tiene vínculos, para propagar (o no) y con quién, ciertas ideas o mensajes. Por ejemplo, “la mesa de enlace” compuesta por representantes de diferentes entidades que agrupan a los productores agropecuarios puede considerarse un nodo de la red denominada “el campo”. Otros nodos son los partidos políticos, los denominados “autoconvocados” y otras personas y organizaciones que adhieren a los reclamos de “el campo”. En el caso que nos ocupa, el contenido del mensaje propagado por la red adquirió la forma de “oposición a las retenciones móviles”.
La teoría de análisis de redes sociales (ARS) sostiene que “cuando los integrantes de la red sufren una situación de minoría tal que les resulta difícil de revertir o un fenómeno exterior (en el caso que estamos analizando, la aparición de las retenciones móviles) convierte una situación hasta entonces estable en prácticamente insostenible, los nodos intentan modificar conscientemente su entorno de relación. El modo como lo hacen se denomina “estrategia de transformación” y "su objetivo es transformar vínculos débiles (contactos lejanos que van poco más allá del conocimiento), en vínculos abiertos (con los que la propagación es posible y bien recibida), transformando la arquitectura de la red”.
Hablar de “situación de minoría” en este caso, nos remite a la dificultad de “el campo” de sumar votos para llegar al gobierno (los atajos para llegar al poder son otros) y, consecuentemente, a la dificultad de conseguir torcer la posición de la mayoría dentro de la institución parlamentaria. El acercamiento de la Sociedad Rural con la Federación Agraria, es el mejor ejemplo de este tipo de acercamiento, que se completa con la llegada, a último momento, de la escindida CGT Azul y Blanca, liderada por el dirigente gastronómico Luís Barrionuevo. Por supuesto no pueden dejarse de lado a la Coalición Cívica, al gobernador de San Luís, Alberto Rodríguez Saa acompañado por su hermano, el senador Adolfo, los restos del menemismo, la reaparición del ex presidente Eduardo Duhalde, el MST y el Partido Comunista Revolucionario. Sólo así se puede explicar el hecho de ver sentados en una misma mesa y participar de un mismo acto a actores cuyas procedencias de origen parecieran ser muy heterogéneas y cuyas posibilidades de continuar unidos a corto plazo, es más que dudosa.
El estado de cosas vigente parece acomodarse bastante bien a la oferta teórica del análisis de redes sociales. Para el caso, el punto de partida de los golpes de estado posmodernos son las “estrategias de desestabilización política”. La teoría de análisis de redes sociales define las “estrategias de desestabilización política” como “intentos deliberados y externos a la dinámica endógena de la red social, cuyo objetivo es forzar la reestructuración de la red, generalizando la propagación de ciertos mensajes, con la perspectiva de modificar la representación política de las mayorías sociales”. Traducido: las redes tienen, cada una, una dinámica interna que le es propia, es decir, funcionan de acuerdo con las propiedades o características que surgen de las relaciones que mantienen sus miembros entre sí (la información que transmiten, los bienes que hacen circular, y las influencias que son capaces de ejercer). Sin embargo, cuando lo que buscan es desestabilizar, hacen circular mensajes que tienen por objeto transformar la representación política de la sociedad de la cual, la red en cuestión forma parte. El propósito, en estos casos, no es sólo propagar un contenido determinado de la información que se maneja dentro de la red, sino transformar la estructura y composición de la red en su conjunto.
Según la teoría de ARS, “el conjunto ideal de herramientas para organizar uno de estos "golpes de estado posmodernos" sería:
Contar con un broadcaster multimedia con una base de audiencia relevante, a ser posible en radio, televisión y prensa tanto de papel como electrónica, a partir de los cuales desarrollar mensajes confluyentes (no idénticos). Por supuesto, el papel que juegan los medios de comunicación (los "broadcasters" de estos movimientos), resulta decisivo. En una primera instancia da la sensación de que los MMC lo único que hacen es “informar objetivamente”, acerca de lo espontáneo de las acciones de los mobs que pasan a ser los actores más activos del movimiento. Pero la realidad es que bajo esa apariencia lo que los MMC hacen es hacerse cargo de una convocatoria implícita que busca movilizar a otros nodos menos dinámicos y más alejado del núcleo fuerte de la red.
“Una red de activistas organizada on y off line sobre la base de una definición identitaria fuerte. Es decir, aunque el sistema interno sea pluriárquico (sin jerarquías ni una estructura de mando), la fortaleza exclusiva de la identidad les debe impulsar a actuar no sólo coordinada sino unánime y sincronizadamente en los momentos claves ante los llamamientos de los líderes”.
“Proyección internacional no sólo entre grupos afines sino en medios de comunicación con los que conseguir "efecto eco", sobre todo pensando en la interpretación interna.”

El primer objetivo a conseguir en un golpe de estas características, es disminuir la resistencia que, en general, los demás actores de la sociedad pueden tener sobre las prácticas y las actividades que lleva a cabo la red que lo propicia, en función de sus intereses tradicionales. En la jerga de la teoría de redes sociales esto se denomina hacer caer el “umbral de rebeldía” de quienes hasta ese momento se oponen a los objetivos de la red. Todos sabemos que el “umbral de rebeldía” de la clase media, y de algunos políticos y periodistas llamativamente ubicuos no es particularmente alto. Para lograr su objetivo, los estrategas de esta movida política buscan obtener los beneficios que producen los movimientos de tipo Otpor.
La caída del umbral de rebeldía produce, como efecto, la repentina aparición de "corrientes de respuesta" (caceroleros, asistentes independientes a las marchas y concentraciones). Estos nuevos nodos de la red empiezan a hacer que la condición de minoría de la red originaria pase de ser “no aceptable, a más aceptable”. De este modo, comienzan a buscar, dentro de la red que se va agrandando, otros nodos que los integren y les otorguen la membresía correspondiente. Se produce un efecto bola de nieve, que impulsa una “estrategia activa de transformación”. Para lograr esto es necesario que los vínculos débiles de la red se hagan más fuertes y los conectores transformen esos vínculos que antes eran cerrados, en abiertos. El mecanismo para conseguir estos efectos es dotar a los nodos de presencia en la red y manifestar la voluntad de querer “propagar un mensaje común”. “Espontáneamente surgen mobs, concentraciones...” (cacerolazos, autoconvocados, carpas, etc.). La imagen de Barrionuevo hablando junto a Llambías puede ser una buena ilustración de “integración” a la red:
El resultado es la movilización y rápida emergencia de una parte de los nodos que hasta entonces habían estado inactivos, que genera una reordenación del mapa global de clusters y por tanto de las mayorías, para finalmente disolverse como movimiento público tan rápidamente como surgió”.
Entre las estrategias utilizadas para producir estos efectos con vistas a llegar al objetivo final, la primera consiste en comunicar los resultados de las prácticas de esos movimientos, como si fueran fenómenos espontáneos, no dirigidos (por ejemplo, “los productores están al costado de las rutas sin que nadie los haya convocado”, o “la clase media urbana se ha volcado espontáneamente a las calles”·).
Una segunda estrategia utilizada por los golpistas posmodernos es aprovechar la aparición (o, a falta de ello, fabricar) algún hecho traumático que pueda ser ampliamente reconocido como tal por el conjunto social. En el caso que nos interesa, eso fue lo que hizo “el campo” (ahora tomada esta expresión como denominación de la red que urde esta estrategia de desestabilización) con la resolución 125 que el 11 de marzo dictó el Poder Ejecutivo. A veces, un fenómeno traumático puede hacer caer rápida y generalizadamente el umbral de rebeldía, de una buena parte de los nodos dispersos por la red (pudo haber sido el caso, por ejemplo, del momento de la detención de De Angeli, durante el corte de ruta). El efecto que se produce es que empiezan a aparecer mensajes que hasta ese momento estaban "ocultos" bajo la aparente homogeneidad y estabilidad de los clusters.
Sin embargo, como sostienen los teóricos del ARS, hacer esto no siempre resulta fácil. Aún contando con que la red maneje o tenga a su favor los medios de comunicación, no siempre logra conseguir la unanimidad en la interpretación de los hechos tal como los presenta, sobre todo si realmente los mismos hechos presentan aristas técnicas complejas o admiten más de un punto de vista:
“Y aquí empieza lo realmente peligroso, pues para empezar a movilizar a los nodos más activos no necesitan que el hecho que dicen les indigna, indigne a la sociedad en su conjunto. Pero tendrán que explicar por qué pasa eso y mantenerlo en el tiempo. Es decir, para empezar el movimiento les bastará, con broadcastear su indignación, pero para seguir adelante tendrán que hacer un discurso victimista que presente como agresiones a su círculo amplio de aceptación todas las acciones del contrario. Sólo así los nodos más sensibles mantendrán bajos sus umbrales de rebeldía. Buscarán por tanto organizarse rápidamente en comunidades virtuales, grupos juveniles, asociaciones de distinto tipo animándoles a desarrollar un activismo desaforado que proyecte, a base de acción, lo que no tienen en número”.
Sin embargo, con intentar disminuir el umbral de rebeldía, no alcanza. También es preciso mantener activos a los miembros de la propia red, sin que decaiga su moral para continuar detrás del objetivo de desestabilización de la sociedad. En ese contexto, los nodos impulsores de la movida necesitan ”polarizar y tensar, "limpiando" y forzando a la decantación sobre todo al entorno más cercano pero crítico. Y para eso, serán usadas las redes agitativas creadas justamente antes, en una lógica de amedrentamiento que puede llegar a tener realizaciones violentas”.
Un tercer mecanismo estratégico de desestabilización consiste en “sobredimensionar la "creciente" capacidad de acción de los exaltados del propio bando, reforzándolos mediáticamente”. Pensemos en lo funcional que resulta el temperamento de De Angeli para la puesta en escena de esta estrategia. Para esto “se organizarán mobs, campañas en favor de llevar determinados símbolos externos, comprar ciertos productos, etc... Y los medios a disposición, en vez de dar contexto, de relatar lo que los otros hacen, relatarán lo que los otros convocan”. El ensalzamiento del asambleismo piquetero, como nunca antes, fue una muestra elocuente de activación de este mecanismo.
Este tipo de estrategias tienen en común una lógica de red y un centro generador de mensajes mediáticos de alto impacto. En general, estas estrategias se caracterizan por:
a. estar basadas en la emisión de mensajes;
b. poner sobre el escenario político una confrontación de identidades que en el caso que nos ocupa adquirió la forma de “el gobierno contra el campo”;
c. requerir una inversión organizativa mínima.
d. configurar un sistema en el que el centro emite y la periferia “ya sabe -o interpreta- lo que tiene que hacer”.

Según el ARS el conjunto de estas estrategias pone en evidencia los siguientes rasgos:
· “En primer lugar, si los golpistas van desarrollando las fases de su labor con éxito, los tiempos serán largos, la tensión creciente y los actos públicos dispersos…” (ciento veintisiete días de acción interrumpida no son nada, pensando en el objetivo final)
· “Siempre, en cada entorno y terreno habrá dirigentes pública e internamente reconocidos, gurús y activistas de referencia, liderazgo. Algo muy distinto de las movilizaciones de masa en red, típicamente anónimas” (la “mesa de enlace”, De Angeli, Carrió, pueden encontrarse dentro del grupo de dirigentes que necesita la red para consolidar sus acciones).
Pero, “además, necesitan el uso de la tensión como medio. Por eso, el peligro de estas estrategias es que fácilmente pueden degenerar en situaciones de violencia difusa, pistolerismo y aparición de grupos incontrolados nacidos del ambiente de crispación y confrontación permanente que el centro organizador necesita, en ausencia de hechos traumáticos reconocidos socialmente, para mantener agrupadas y con opciones a sus huestes”. En efecto, la sociedad no reconoce como un hecho traumático (porque no le consta) “la quiebra económica” de “el campo” como resultado de la aplicación de la Resolución 125. Los cortes de ruta y los escraches a los legisladores resultaron elocuentes, a la hora de mencionar algunas “situaciones de violencia difusa” que se derivaron de la puesta en marcha de la estrategia original.
El resultado final, aunque incierto, no deja de ser preocupante: “A cierto nivel esto puede producir incluso un vuelco electoral, dado que el sistema democrático, al basarse en las mayorías es muy sensible a estos cambios aún cuando las diferencias numéricas entre los dos grandes e inevitables grupos de opinión ante un evento traumático, no varíen dramáticamente”.
Para entonces, hay una alta probabilidad de que el golpe de estado posmoderno haya sido consumado, y en un tiempo posterior no demasiado largo, comiencen a escucharse las letanías de queja (casi nunca de arrepentimiento) de los sectores medios de la sociedad y de los periodistas progresistas buscando una nueva red que los albergue para poner en marcha, otra vez, algún intento del mismo tipo.

Glosario

Broadcasting: Canal de emisión de información donde un único emisor emite para muchos receptores sin dirigirse específicamente a ninguno. La radio y la televisión son los típicos ejemplos de este sistema en el que emisores y receptores están claramente definidos y separados. La antítesis del broadcasting es la emisión P2P (“peer to peer” o “de igual a igual”) en la que cada sujeto es emisor y receptor al mismo tiempo.

Cluster: subredes en las que los nodos están sensiblemente más conectados entre si que con los otros nodos de la red global.

Grafo: Básicamente, un grafo es un conjunto de puntos interconectados por un conjunto de líneas. En teoría de grafos, estos elementos reciben la denominación de puntos (“points”) y aristas (“arcs”) respectivamente. Cuando un grafo representa una red social, los puntos representan a diferentes actores sociales, pero lo que representen las aristas no es algo ni mucho menos evidente.


Mobs: Concentraciones o movilizaciones espontáneas de personas en un lugar físico concreto surgidas d convocatorias o debates virtuales.

Nodo (o Vértice): es un punto de la red. Socialmente corresponde a cada actor de la red. Dos nodos son adyacentes si existe una línea que les conecte. El grado de un nodo es el número de nodos con el que se relaciona.

Umbral de rebeldía: El umbral de rebeldía es el número de nodos que deben compartir conmigo mi mensaje para que yo me anime a propagarlo en mi cluster. El resultado inmediato es que "emergen" mensajes que permanecían "ocultos" bajo la aparente homogeneidad y estabilidad de los clusters.


Bibliografía básica de consulta


De Ugarte, David (2004): 11M. Redes para ganar una guerra. Barcelona, Editorial Icaria – Más madera.

-- (2005) Analizando redes sociales. Disponible en: http://www.poderautonomo.com.ar/ciber%20ativismo/ciberactivismo.htm

-- (2007): El poder de las redes. Disponible en:
http://www.deugarte.com/


Hanneman Robert A.: Introducción a los métodos del análisis de redes sociales. Departamento de Sociología de la Universidad de California Reverside. Documento traducido con permiso del autor a partir de la versión disponible en http://wizard.ucr.edu/ Fecha de consulta octubre de 2000

Lozares, Carlos: La teoría de redes sociales. Disponible en: http://seneca.uab.es/antropologia/ars/paperscarlos.rtf

lunes, mayo 12, 2008

La batalla entre inteligencia y estupidez

La historia de la educación es la historia de la batalla de la inteligencia contra la ignorancia. A lo largo de esta historia, ambos contendientes fueron adoptando nombres diferentes según la época y los lugares. Así, el primero de estos términos se llamó primero cosmogonía, luego filosofía, más tarde ciencia y, últimamente, racionalidad y espíritu crítico. El segundo concepto también sufrió transformaciones, conforme pasaban los años y los siglos. Despotismo, superstición y oscurantismo son algunos de los nombres que adoptó la ignorancia en distintos momentos y circunstancias.
La inteligencia, hay que reconocerlo, siempre hizo denodados esfuerzos por vencer a su rival aunque muchas veces subestimó la fuerza y el poder de éste. No obstante hay que reconocerle a la inteligencia avances constatables a pesar de que nunca logró una victoria concluyente sobre su enemiga.
Nuestra época se caracteriza por agrupar en una sola categoría, todos los formatos anteriores adoptados por la ignorancia. Esa categoría englobante es la estupidez. Así, la antinomia entre inteligencia y estupidez puede tomarse como la gran pelea de la época. Esto le permitió a Paul Tabori concluir su obra “historia de la estupidez humana” con la famosa frase: la inteligencia humana es limitada, pero la estupidez no tiene límites.
Uno de los lugares donde se libra la batalla entre inteligencia y estupidez, es la escuela. Una lectura simplista de esto que acabo de decir podría dar lugar a la siguiente confusión: pensar que los exponentes y representantes de cada bando están prolijamente alineados en ejércitos bien delimitados, de modo que se podría identificar, por ejemplo, a todos los que pelean para la inteligencia del lado de los profesores y los directivos, y del otro lado, el bando de los alumnos, quienes se esfuerzan por mantenerse obstinadamente en la complaciente y amodorrada comodidad de la estupidez. Pero, lamentablemente, para unos y otros las cosas no son así. Estúpidos e inteligentes están mezclados, y eso hace que la lucha sea despareja, porque la infiltración de los estúpidos en la línea de los que luchan por la inteligencia, sigue haciendo estragos.

miércoles, abril 30, 2008

Faltar al trabajo, faltar a clase

Al contrario de lo que suele ser una opinión generalmente admitida, “la realidad está siempre presente en la escuela”. Muchos suponen que la escuela es un lugar por el que no transitan los acontecimientos que acaecen fuera de ella. En general, son los que creen que para que la realidad entre en la escuela hace falta hablar de los últimos sucesos que fueron noticia en los diarios o en la televisión. Pero las cosas no siempre son como parecen, y verbalizar un tema de actualidad es sólo una manera de hacer que la realidad entre en la escuela. Otro problema es saber cómo la escuela debe “hablar” de esos temas que son de “palpitante actualidad”. Pero este asunto merece un tratamiento aparte.
La escuela es una caja de resonancia de los problemas sociales, políticos, económicos y culturales del país y, a veces, del mundo. Lo que pasa es que no siempre los temas resuenan en ella mediante el uso del lenguaje verbal. Existen otras maneras de apreciar cómo, por ejemplo, los deterioros sociales y culturales se hacen un lugar en la vida escolar a través de prácticas individuales o colectivas que son cada vez más frecuentes. Por mencionar y comentar solamente una: faltar al trabajo, faltar a clase.
Todo el mundo sabe o por lo menos sabía que hasta no hace mucho el hecho de no asistir a la escuela (hablemos de los alumnos) era una situación excepcional que se podía utilizar cuando se estaba enfermo o ante una circunstancia de tal gravedad, que la ausencia quedaba justificada por el hecho mismo que la había motivado. Los tiempos han cambiado y la idea comunmente aceptada por los alumnos y, hay que decirlo, también convalidada por muchos padres, es que las faltas son un derecho que tiene el estudiante. Así es que, promediando el año comienzan a aparecer las primeras solicitudes de reincorporación, que cada vez son más los que las solicitan y cada vez más temprano se hacen las presentaciones. Total, se suele escuchar entre algunos chicos, “las faltas están para gastarlas...”. Todo esto, sin entrar en detalles acerca del uso de las faltas como instrumento de especulación en materia de evaluaciones.
A esta altura de los acontecimientos y relajadas que están las costumbres y pautas culturales con respecto al trabajo, uno podría pensar que no hay nada de malo en eso. Total, se dice, “la primera reincorporación es automática”.
No muy distinta es la situación de los trabajadores, sobre todo, de algunos trabajadores de la educación en esta materia. Tienen por sobreentendido, por ejemplo, que en el reglamento existen seis faltas al año que pueden usarse a discreción y otras tantas, también contempladas en el reglamento, que “para eso están” y si el caso fuera que me excedo en el número de faltas contempladas por reglamento, “...y bueno, que me lo descuenten”. Sin duda alguna, son conquistas legítimas de los trabajadores que no deberían perderse, pero que al momento de ser obtenidas formaban parte de un contexto que ha desaparecido.
El contexto en el que esas reivindicaciones laborales (y esto vale también para las inasistencias de los alumnos) aparecieron en la escena social, era aquél en el que el trabajo y el estudio eran significativos, tenían valor en sí mismos y estaban dotados de contenido. El trabajo era salud, y estudiar valía la pena; se entendían como (el trabajo y el estudio) el motor en el que los que no pertenecían a los sectores privilegiados, fundaban sus expectativas de progreso. Hasta había palabras y distinciones que se usaban para resaltar el mérito de los que cumplían con su obligación. Recuerdo una de cada una. Se decía de quien no faltaba al trabajo que era “cumplidor” y era una satisfacción para el alumno y para la familia cuando a fin de año, en el colegio aquel era destacado, porque había tenido “asistencia perfecta” .
Hoy las cosas han cambiado. H. Marcuse, un filósofo de la escuela de Frankfurt, afirmaba que una de las formas no coordinadas y no organizadas que tenían los trabajadores de expresar la disconformidad con las condiciones laborales, era faltar al trabajo (en esto tuvo mucho que ver la progresiva pérdida de credibilidad de los sindicatos). Para los alumnos, la excusa suele ser que como la escuela no resulta interesante, si uno falta al colegio, “no pasa nada”.
Es todo un problema. En lo que respecta a la ausencia de los profesores y las maestras (que por supuesto, no son todos; ni siquiera, la mayoría), deberíamos hacer notar que contrariamente a lo que sucede en otros trabajos, cuando el docente no está en su lugar, pasa algo más que no haber archivado un papel, o no haber terminado de confeccionar alguna pieza. Cuando un docente no está, queda un espacio vacío... y se nota (siempre que cuando esté su presencia resulte distintiva). Por fin, y todos lo sabemos, nuestro objeto de trabajo es el conocimiento, y nuestros destinatarios, nada más ni nada menos que personas. Trabajamos directamente con personas, y eso es todo un detalle.
En lo que hace a la ausencia de los alumnos, aquí me parece que los padres, como siempre, tienen mucho que ver. No alcanza con que nosotros les expliquemos a los chicos que este es el trabajo de ellos y que la obligación que tienen es la de hacerlo bien. Es necesario que también desde las casas se revalorice, además del democrático sentido del derecho, el no menos democrático sentido de la obligación. Pero claro, también es cierto que este último concepto era significativo y estaba dotado de contenido cuando iba acompañado de la idea de responsabilidad, otra noción que cada vez tiene menos eco en los esenarios de la vida social de nuestro tiempo.