Osvaldo Dallera

domingo, septiembre 23, 2007

Cine y filosofía

A partir de hoy voy a poner a disposición de los lectores los fragmentos de films que utilizo para dictar mis cursos de "cine y filosofía".
Estos cursos están inspirados en un principio estético y en otro principio didáctico.
El principio estético es el uso del fragmento propio de la estética neobarroca que, según Calabrese, es la estética de nuestro tiempo. Calabrese resume la presencia del fragmento en esta estética, de este modo: "se trata siempre de pérdida de valores de contexto, de gusto por la incertidumbre y causalidad de los confines de la obra así conseguida y de adquisición de nuevas valorizaciones provenientes del aislamiento de los fragmentos de su puesta en escena"[1]
La obra entendida como fragmento adquiere la dimensión de un producto-resumen. En ese resumen, aparece una desestabilización de la idea de totalidad, en provecho de la idea de "lo relevante". El mejor ejemplo del uso del fragmento para la elaboración de productos mediáticos sigue siendo "Fútbol de primera". Este programa comenzó editando fragmentos de las jugadas más importantes de los partidos de fútbol hasta hacer de los goles el producto resumen por excelencia. Pero, a partir de esta idea del fragmento futbolístico, se comenzaron a elaborar productos con pretensiones de sentido no sólo con lo que pasaba dentro del campo de juego, sino también con lo que sucede afuera. Así tuvo lugar la construcción de un programa entero, "el aguante", cuya columna vertebral es lo que sucede en las tribunas, mientras se juega el partido.
La idea es sencilla y consta de tres pasos: en primer término se edita un fragmento de un film que no supere los quince o veinte minutos (algunos fragmentos duran menos que eso). En segundo lugar, hay que elegir un fragmento que "hable por sí solo", es decir, que el espectador pueda verlo sin necesidad de tener que haber visto toda la película. Tal vez un comentario introductorio del docente del curso alcanza y sobra para poner a los asistentes en contexto. En tercer lugar, es preciso que el fragmento escogido aborde alguna temática de la que pueda desprenderse algún problema filosófico (ético, existencial, ontológico, lingüístico, estético, político, etc.)
El principio didáctico es bastante conocido: se trata de proyectar, en primer lugar, el fragmento para que oficie de disparador o motivador de la reflexión de los asistentes. A partir de ahí el docente elabora alguna breve exposición sobre el problema que no supere los veinte minutos y, posteriormente, modera el debate que se produce entre los participantes.
Hoy vamos a comenzar con un fragmento de Matrix. Allí lo que se pone en juego es la reflexión filosófica de un problema ontológico: la idea es discutir y de tratar de responder, a partir de la proyección de ese fragmento, la pregunta siempre vigente: ¿qué es la realidad?


[1]. Calabrese, O., La era neobarroca Ed. Cátedra, España 1989, pag.pag. 104.